miércoles, 19 de septiembre de 2007

Finales felices

¿Recuerdas cuando dejaste de oír esa dulce melodía, esa hermosa tonada? Alex era tu ídolo, tu amigo, tu primo, cada reunión familiar pasabas tiempo con él, un excelente bajista. Recibiste esa llamada de 5 minutos, que parecieron horas, Alex había recibido 1 bala en el torso. Subiste al carro de tus padres pensando, que era como algo que imaginaste, veías como mama y papa se veían nerviosos sin saber qué hacer. Llegamos al hospital, y el doctor anuncia a toda la familia que tu primo había muerto. (No lloraste)

Días después entras a la funeraria, tienes solo 13 años y no sabes como actuar en ese lugar. Entras a la pequeña capilla y reconoces a todos en el cuarto: tus abuelos, tus tíos, tus primos, todos llorando. Al final del cuarto ves el ataúd café brillante, te separas de tus padres y caminas hacia él, piensas, “no voy a llorar, ya estas grande, no voy a llorar”. Entonces lo ves, tus ojos se pelan, tu garganta se hace nudo, tus puños se sierran, y se empieza a nublar tu vista, entonces lloras.

Desde ese día, por alguna razón el cielo no se ve tan azul y el sol tan brillante. Pensabas que el mundo era bueno, bondadoso, y que los buenos siempre ganan. Tu inocencia se ha ido, pues no hay muchos finales felices.

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