martes, 25 de septiembre de 2007

duerme, pequeña

Nunca vas a olvidar ese viaje en familia. Salen el sábado muy temprano (a las cinco de la mañana) de viaje a Laredo. Hacen las compras habituales: te pruebas ropa muchas veces, compran cosas que tu mamá necesita, caminas un montón, en fin: terminas extenuado. Por fin van de regreso. Sabes que son las diez, hora perfecta para dormir: tienes sueño y cuando llegues serán las doce, entonces te cargarán a tu cuarto, destenderán tu cama y te acostarán. Pero te llevas una desagradable sorpresa: llegan a tu casa y te despiertan de una manera desagradable: "despiértate ya, ¿no ves que hay mucho por bajar de la camioneta? y tú ahí dormido...¡ayúdanos!".

Cuando por fin te encaminas hacia tu cuarto, estás realmente extenuado y sólo quieres dormir. Te acuestas en tu cama, pero viene tu papá a despertarte: "Ponte la pijama y destiende tu cama, no seas flojo."

Mientras commienzas a dormir reflexionas sobre lo sucedido. Te das cuenta de que tu familia ya no te ve como un niño pequeño, y quieren que comiences a realizarles sus vidas.

Te das cuenta de que a tu hermana pequeña la noche anterior las únicas palabras que le fueron dirijidas fueron: "duerme, pequeña".

Y para colmo te despiertas y cuando te ves en el espejo tienes un enorme barro en la punta de la nariz.

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